Los "Acuerdos de Paz II"

 Hace poco escribí sobre los Acuerdos de Paz, como tal, hice hincapié en la importancia de los Acuerdos de Paz y en el hecho de que no podemos olvidar lo que nuestro país ha vivido, sobre todo, no nos podemos olvidar de la guerra. Asimismo, mostré mi opinión sobre la «narrativa» que el presidente de la República esta llevando a cabo alrededor de los Acuerdos de Paz, ciertamente ha recibido un sinfín de criticas tanto por los que han vivido directamente la guerra como los que hemos vivido las repercusiones de la postguerra. 

Vuelvo a reiterar mi posición sobre lo que dije del señor Bukele, luego de haber publicado esa opinión también me di a la tarea de escuchar las opiniones de Dagoberto Gutiérrez (exguerrillero), René Martínez (exguerrillero) y Mauricio Vargas (exmilitar y actual diputado), acerca de sus apreciaciones de los Acuerdos de Paz y sus resultados como tal. Cuando nos damos a la tarea de contrastar argumentos y ver las posiciones en donde se encuentran dichos actores nos damos cuenta de realidades reveladoras. El acto histórico de los Acuerdos de Paz impulsados por la guerra de 12 años -de manera oficial- pero con un trasfondo de 38 años desde el inicio de las dictaduras militares con el General Maximiliano Hernández Martínez, nos da luces sobre lo que verdaderamente debemos de discutir, los resultados.

El presidente de la República en su más reciente conferencia de prensa en el Mozote, epicentro de una de las más grandes masacres de nuestro país, habló sobre la «farsa» de la Guerra y de los Acuerdos de Paz, en mi opinión anterior, hablé sobre los actores políticos inmersos en dicho proceso y su oportunismo sin escrúpulos de la Guerra y del acto de los Acuerdos de Paz. Hablé sobre los partidos protagonistas de dichos eventos y sobre la democracia que nos han vendido.

Ciertamente, podemos decir que, democracia equivale a más que la palabra y el discurso. Los Acuerdos de Paz dieron pie a la creación y fortalecimiento de la institucionalidad democrática de nuestro país, a la creación de nuevas instituciones que velaran por los Derechos Humanos de los salvadoreños y asimismo los tutelaran; acortaron las funciones de la Fuerza Armada y eliminaron de una vez por todas el régimen militar al que había sido sometido nuestro país. Discrepé con el presidente en el hecho de que la guerra como acto de revolución y los Acuerdos como el fin de la guerra de armas, sean una farsa, más no, con la falsa política pro-Acuerdos de Paz y la falsa democracia que en “teoría” se esta yendo al despeñadero. Muchos dirán ¿Y si no hay democracia cómo es que el Presidente esta gobernando este país? En ese caso les respondo, la democracia no solo es una herramienta para poner a políticos a gobernar, no solo es, delegar funciones a diputados, magistrados, presidentes, ministros, fiscales, etc. La democracia se trata de dignificar y cubrir las necesidades del pueblo, no con políticas «asistencialistas», sino, con políticas publicas que tengan a su cabeza al ser humano, no por nada es la misma Constitución la que determina que la persona humana es el fin y el origen de la actividad del estado, sin embargo, ese falso lema de “la democracia esta en peligro” también es una farsa.

No podemos llamar democracia a un país que lejos de asegurar las condiciones mínimas de sus habitantes, ha enriquecido y favorecido al sistema político partidista implantado desde la Constitución de 1983, si la democracia bastara con que le demos al pueblo alguien que lo gobierne, ciertamente, estaríamos en peores condiciones de las que estamos ahora. La democracia lleva de la mano la dignificación del pueblo, como soberano; no olvidemos la definición etimológica de la palabra democracia.


Como lo mencioné en mi opinión anterior, sería prácticamente un suicidio intelectual al cual el presidente se sometería de negar los «actos» de la guerra y de los Acuerdos de Paz, más no, es un suicidio intelectual hablar del oportunismo y la falsa democracia que como resultados obtuvimos de los Acuerdos de Paz.

Los resultados de los Acuerdos de Paz son una farsa, una pantomima -como diría yo- solo basta ver a tu alrededor para darte cuenta que es verdad. ¿Dónde están los excombatientes y exguerrilleros que no se convirtieron en funcionarios públicos? Afuera, en las calles, pidiendo una pensión para vivir. ¿Dónde están los excombatientes y exguerrilleros que se convirtieron en funcionarios públicos? Muchos, se hicieron funcionarios, se enriquecieron y se largaron o viven felices en sus mansiones de playa o casas blancas en residenciales lujosas de nuestro país, otros, siguen siendo funcionarios públicos, que legislan en su favor y no en favor del mandato representativo que les dio el pueblo. ¿Es acaso mentira que legislan a su favor? Legislaron una ley de amnistía para proteger a todos los criminales de guerra, ahora, una ley de “reconciliación nacional” -que sigue en disputa- y allá por el 2018, legislaron una ley que prácticamente decía que lo defraudado al estado no podía ser resarcido, lo defraudado por los funcionarios públicos, claro.

Ahora que un presidente, proveniente -sí- del bipartidismo pero, no del bipartidismo, gobierna, les es molesto que les digan que su democracia, sus “logros” de los Acuerdos de Paz son una farsa ¿Por qué? Porque nunca hubo justicia, porque nunca los pobres dejaron de ser pobres, porque nunca los salvadoreños han dejado de migrar, porque nunca la violencia cesó, porque ahora en «tiempos de paz» la violencia criminal y pandilleril ya se ha cobrado más vidas que la guerra. Una noticia del diario español El País en 2011, señalaba que las cifras oficiales en ese año revelaban un total de 74,000 personas asesinadas desde la firma de los Acuerdos de Paz, cifra similar a los 75,000 -registrados de manera oficial- muertos de los 12 años de guerra. Es decir, en tiempos de «paz», El Salvador ha tenido más victimas que en tiempos de guerra ¿Eso es un logro? Cómo podemos decir que es democracia que los funcionarios públicos se hayan enriquecido a manos llenas, porqué muchos de los funcionarios que ahora quieren que se “respeten” los “logros” de los Acuerdos de Paz han sido parte de ese sistema podrido y corrupto al que ellos llaman democracia ¿Cómo puede estar en detrimento algo que realmente nunca ha tenido El Salvador? Porque lo único cercano a democracia que ha tenido nuestro país, es la utopía.

Muchos dirán «Estas repitiendo el mismo discurso de Bukele», y yo les diré, no traten de negarlo, porque se estarían contradiciendo cuando le dicen al presidente no nos someta al «negacionismo» -bueno, al menos esas son las opiniones de la gente en Twitter, sobre todo, los anti-Bukele, yo sé que no todo gira alrededor de Twitter-. En esa misma idea de la democracia, muchos sostendrán que ahora no somos reprimidos por las fuerzas del orden, la PNC. Sin embargo, hemos visto a agentes de la PNC desde su creación golpeando a muchos civiles sin ningún sentido. Dirán, antes de los Acuerdos de Paz era imposible tener libertad de expresión y libertad de prensa, pero cómo podemos hablar de ambas cosas, si ahora que tenemos libertad de expresión pocas son las vías para transmitir el mensaje, dichas vías -los medios de comunicación- han sido por décadas las fuentes de adoctrinamiento de los gobiernos de turno, y muchos, lejos de ser medios imparciales que ejerzan verdaderamente un contrapeso siendo el llamado «cuarto poder», no lo ejercen y no lo han ejercido, como diríamos en buen salvadoreño, nos han vendido humo. Es bien llamativo este fenómeno, sobre todo, porque antes de la llegada de Bukele al poder, los ahora medios con “credibilidad” eran llamados “La Perra Gráfica” o “El Diablo de Hoy” y los medios digitales tenían menos importancia. Esto no es una critica aislada a los medios anti-Bukele, es también una critica a los medios pro-Bukele y a los medios por él, porque seguimos en la misma situación, no hay periodismo imparcial, ético y con el fin de informar. Lejos de eso, tenemos medios que nos muestran su realidad e interpretación de los hechos que nos atañen.  Cuando digo pocas son las vías para transmitir el mensaje, me refiero al hecho de que podemos tener todos los medios de comunicación para transmitir cualquier mensaje, pero muy pocas vías para que realmente llegue a su receptor.

¿Qué es lo que realmente pesa? Porque ni conmemorar ni celebrar -ambas cosas diferentes- ayudan a que los problemas que siguen habiendo después de los Acuerdos de Paz se resuelvan. Aquí no hablamos de olvidarnos de los que dieron su vida -a mi juicio, vilmente-, hay que recordarlos y respetarlos en la memoria histórica, pero de nada sirve recordarlos y respetar su memoria, si después de que dieron su vida por la paz, por un mejor país, por una verdadera democracia, no tenemos nada de eso.

Como toda cosa hecha por el hombre, era de esperarse que algo fallara, los Acuerdos de Paz fueron un hito, un antes y un después, pero ese después carga con el peso de los errores, de la corrupción y el oportunismo. Para de verdad hacer de los Acuerdos algo que nos haga sentir orgullosos, debemos trabajar codo a codo por los ideales que los que ahora no están buscaban, justicia, paz, buenas condiciones de trabajo, transparencia y democracia, verdadera democracia.